Cuartos de Hotel

Solo, recorro cuartos de hotel, eternamente desconocidos y familiares, resignado a repetir el ritual de cada vez.
Llegar, reconocer, aceptar una vez más la soledad, empacar e irme.
Solo, suspendido en un vacío eterno, siento que las pantallas de luz azul se reflejan en mis pupilas.
Idiomas extraños me envuelven mientras los colores se distorsionan entre los cristales y las cortinas de las ventanas.
Solo, asumo que esa es la dualidad amarga de la vida, la certeza de siempre estar rodeado de gente, pero a la vez, infinítamente a solas.










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